El Gigante Enterrado


Gigante.

No hay canciones en la radio que hablen de lo que soñamos.
No hay futuro, ya ha pasado,
El presente no se ve…
Nunca vamos a volver.

[Nómadas, La Maravillosa Orquesta del Alcohol]

Me lo recomendó el mismo cura que me dio a conocer a Sándor Márai: El Gigante Enterrado, de Kazuo Ishiguro. Me lo apunté en «la» nota del móvil porque prometía y lo que no apunto se pierde en la niebla, y lo que se diluye en la niebla no sabemos si es bueno o si es malo o merecía la pena. Ishiguro, británico de origen japonés, reciente premio Nobel en 2017, editado en los Compactos de Anagrama, aventuras épicas, historia medieval, razones suficientes para abrir el apetito.

Cuando terminas de leerlo sabes que es uno de esos libros que siempre te van a acompañar. Ni siquiera tienes fuerzas para esbozar una síntesis del argumento, que en realidad se reduce a una historia lineal del viaje de un viejo matrimonio britano en busca de su hijo ambientado en la Inglaterra medieval. Como en cualquier viaje, Axl y Beatrice se tropiezan con aventuras y personajes que van hilvanando una trama inolvidable.

La prosa es sencilla y poco dada a la floritura, paradójicamente poco épica para un libro de aventuras. Las descripciones se caracterizan por su sobriedad, como si el autor quisiese despojarse de todo lo innecesario para que el lector se centre en lo esencial, ¡y la esencia es tanta! Se podría decir que tiene tono de fábula pero soy reacio al moralismo. Ishiguro nos habla del amor eterno de una vida de matrimonio, del necesario olvido, de los odios enterrados que pueden prender en cualquier momento inesperado para desatar guerras, de buscar un sentido a la vida a través de una misión concreta, de los miedos a lo que no se conoce y cómo les damos forma, de rendir cuentas sobre lo vivido antes del final, y del dragón hembra Querig que marca su territorio desde su atalaya en la montaña.

Un comentario en “El Gigante Enterrado”

  1. Terminado. Impresionado. Un comienzo lento. Me costó. Lo veía casi anodino. Y cómo va creciendo la trama, la historia, la estructura de la novela. No conocía a Ishiguro, pero ha subido a los altares directamente. Hablábamos el otro día de los escritores que te empujan a no escribir e Ishiguro es uno de ellos. Cómo va descubriendo la historia, con qué habilidad va retirando la niebla de nuestros ojos, con qué sentido del tiempo. Y con las palabras exactas, con el lenguaje exacto. Y el final…es tremendo. Que un libro acompañe tu recuerdo en otra persona siempre me pareció algo para sentirte orgulloso. Y puedes sentirte. Qué verano, con «2666» y «El gigante enterrado». No hay pandemias que puedan con estos dos libros.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *