La Opinión de Cuenca: crítica y análisis

Desde el 4 de abril del 2021 colaboro semanalmente con una columna de opinión, generalmente enfocada en política provincial, en el digital La Opinión de Cuenca. Como sea que no es sencillo luego escarbar para localizar columnas pasadas, me vengo al rincón personal para enlazar cada uno de los artículos publicados durante 2021:

  1. (4 abr) Un atardecer con Fray Luis de León en Villaescusa de Haro / Sobre el origen del título de la sección Mundanal Ruïdo y la hipotética visita del fraile belmonteño a la universidad villaescusera.
  2. (11 abr) La democratización del consumismo / Sobre la facilidad de comprar online en el mundo rural.
  3. (18 abr) Caridad de Recursos Conquenses S.A. / Sobre los recursos conquenses de utilidad estatal y el escaso retorno de la inversión al origen.
  4. (25 abr) Un montón de piedras con ojos / Sobre patrimonio histórico-artístico y su conservación.
  5. (2 may) Greta Thunberg no tendrá hijos y pagará peajes / Sobre cambio climático y los peajes para autovías y carreteras.
  6. (9 may) 15-M o el Círculo Polar Ártico de Unidas Podemos / Sobre el 15-M en su décimo aniversario y una opinión personal sobre el partido político que generó.
  7. (16 may) Cuenca 2050 / Sobre la utopía de Cuenca en el año 2050.
  8. (23 may) Justicia social por aquí, justicia social por allá / Sobre el concepto manido de justicia social desde diferentes definiciones y usos.
  9. (30 may) El Predicador del Eclesiastés, Roberto Bolaño y Pedro Sánchez / Sobre que haya un tiempo para el castigo y un tiempo para la concordia, es decir, sobre los indultos a los políticos catalanes presos.
  10. (6 jun) Diez años de alcaldía y curas de humildad / Sobre la experiencia personal de diez años como alcalde de un pueblo conquense.
  11. (13 jun) Teresa Ribera en Belmonte y un monstruo en el portal / Sobre la visita de la vicepresidenta a Belmonte y el monstruo de la despoblación.
  12. (20 jun) Un verano para la pandilla de Junqueras / Sobre las ganas que tenemos de verano y una invitación a Junky y Rufy.
  13. (27 jun) La sucia paradoja de Chana / Sobre el macrovertedero de Almonacid del Marquesado.
  14. (4 jul) La rara melancolía conquense / Sobre la necesidad de esperanza en el futuro de la provincia conquense.
  15. (11 jul) Los (Benditos) Forasteros / Sobre los veraneantes en los pueblos manchegos.
  16. (18 jul) Si una noche de invierno fray Pablo viese hoy su convento / Sobre el convento de los dominicos.
  17. (25 jul) Free Tour Operator Holidays in Cuenca / Sobre los destinos turísticos de la provincia a modo de agencia de turismo.
  18. (5 sept) ¿Qué hace una chica (educada) como tú en un sitio (rural) como este? / Sobre la vuelta al cole.
  19. (12 sept) Un cochazo de 90.000 euros para Chana / Sobre el coche presidencial que ha licitado la Diputación de Cuenca.
  20. (19 sept) De por qué a Henri Parot no le gusta mi pueblo / Sobre las fiestas del pueblo y su relación con el Regimiento Saboya.
  21. (26 sept) Tiempos gaseosos para hipocresías sólidas / Sobre hipocresía política actual.
  22. (3 oct) Preferiría no hacerlo / Sobre la actitud vital de Chana al modo de Bartleby.
  23. (10 oct) ¿Qué es deuda? Deuda, cariño, ¡eres tú! / Sobre la deuda pública.
  24. (17 oct) La Manada Incendiaria de los Justicieros de la Historia / Sobre memoria histórica y la imposición de relatos.
  25. (24 oct) «Cuenca lee» o «Cuenca, lee» / Sobre la feria del libro de Cuenca y hábitos de lectura.
  26. (31 oct) El umbral sociológico del dolor / Sobre el umbral del dolor y la tolerancia al mismo en asuntos de actualidad política.
  27. (7 nov) ¿Quién necesita un autobús de línea disponiendo de un BMW 545e? / Sobre el transporte público en la provincia.
  28. (14 nov) La España medio vacía o medio llena / Sobre despoblación y vida rural.
  29. (21 nov) 3.620 millones de euros para 189 días de espera / Sobre sanidad regional y externalización de servicios.
  30. (28 nov) Chana, ¡salva al soldado Valero! / Sobre la liberación del diputado Miguel Ángel Valero.
  31. (5 dic) Conversación en el despacho de María José Rallo / Sobre el cierre de la línea de tren convencional.
  32. (12 dic) No te lo perdonaré jamás, Martínez Chana, jamás / Sobre el macrovertedero de Almonacid del Marquesado.
  33. (19 dic) Empanada horneada de paripé y falta de respeto / Sobre la convocatoria de ayudas para pueblos de más de 7.000 habitantes.

Y seguiremos.

Dialogi quattuor super auspicato Johannis Hispaniarum principis mortuali die


La muerte visita a la reina Isabel la Católica.

Quiero vivir dos veces
para poder olvidarte.
Quiero llevarte conmigo
y no voy a ninguna parte.

[Paloma, Andrés Calamaro]

Los Reyes Católicos tuvieron solo un hijo varón, Juan de Aragón, príncipe de Asturias. El pobre Juan falleció en 1497 a los 19 años, solo seis meses después de casarse con la archiduquesa Margarita de Austria. Las malas lenguas atribuyen su súbito fallecimiento «a la gran pasión marital que sentía por su esposa». Se puede intuir la tristeza y la pena de su madre, la reina Isabel la Católica, ante el fallecimiento de su hijo varón.

En aquel tiempo, Diego Ramírez de Villaescusa andaba por Amberes junto a Juana de Castilla, la tercera hija de los Reyes Católicos, ya casada con el archiduque Felipe el Hermoso desde 1496. El sacerdote villaescusero hacía las veces de consejero y capellán mayor de Juana, necesitada de asesoramiento y apoyo psicológico. Y allí en Amberes, unos meses más tarde de la muerte del hermano de Juana, en julio de 1498, Diego publicó un incunable en latín de título «Dialogi quattuor super auspicato Johannis Hispaniarum principis mortuali die» («Cuatro diálogos a la muerte del deseado príncipe Juan de España»).

El texto, que se puede descargar de la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico, se estructura en cuatro diálogos: uno primero entre la muerte y la reina Isabel, uno segundo entre Fernando el Católico y Margarita, viuda del príncipe Juan, un tercero entre los Reyes Católicos y un cuarto diálogo entre los mismo Reyes Católicos, padres del príncipe Juan, y la viuda Margarita.

Este tipo de escritos, con marcado enfoque moralizante y de consuelo cristiano, se difundían a modo de pésame, como si en vez de una corona de flores se quisiese enviar un ánimo de vida eterna. Por aquel entonces, además, Diego Ramírez no era todavía obispo, aunque fue inminente su nombramiento como Obispo de Astorga en noviembre de 1498. Sería aventurado aseverar que su homenaje al príncipe Juan hubiese podido tener algo que ver con su ascenso episcopal.

Sí podría intuirse, sin embargo, que los fallecimientos en la línea de sucesión favorecieron de forma nítida su poder en la corte como escudero de Juana de Castilla puesto que no solo falleció el príncipe Juan, sino también su hermana Isabel de Aragón, la primogénita de los Reyes Católicos, y su hijo, Miguel de Portugal. La Historia, caprichosa y azarosa, suele reservar sillones de honor a aquellos que, como Diego Ramírez, estuvieron el día oportuno en el lugar adecuado.

Y así es como casi cinco siglos antes de que Ingmar Bergman rodase El Séptimo Sello ya hubo un villaescusero que humanizó a la muerte y la mandó a establecer conversación eterna con la reina Isabel la Católica.

ex fructibus eorum cognoscetis eos

En aquel tiempo dijo Jesús: “¡Cuidado con los falsos profetas! Vienen a vosotros disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Por sus frutos los conoceréis, pues no se recogen uvas de los espinos ni higos de los cardos. Así, todo árbol bueno da buen fruto; pero el árbol malo da fruto malo. El árbol bueno no puede dar mal fruto, ni el árbol malo dar fruto bueno. Todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. De modo que por sus frutos los conoceréis”.

El ilustre villaescusero Gil Ramírez de Arellano quiso grabar para la posteridad su lema «Por sus frutos los conoceréis» de Mateo 7 en multitud de rincones de la Bella Excusa.

G.A.T.O. para la posteridad


Julio Ruiz, cincuenta años de pasión en las ondas.

A veces quiero estar así,
a veces solo quiero huir,
a veces pienso que tan solo ha sido un sueño
y que aún estás aquí.

[Brigitte, Los Planetas]

Ayer, 18 de julio de 2021, Julio Ruiz emitió el último programa de Disco Grande en Radio 3. A los 68 años, y después de ¡50 años! dirigiendo el mismo programa, lo han jubilado a pesar suyo y pena nuestra.

Me emocioné ya desde la entradilla, quedaba solo una hora de una porción de nuestra vida musical. A Julio lo quería todo el mundo, así que no son de extrañar las muestras de cariño e incluso pinceladas hagiográficas que otros le pintan. Quizá no seamos capaces de entender lo que significa dirigir un programa durante medio siglo. Contó ayer en el último Disco Grande que, incluso durante el año de servicio militar en 1980, preparaba los cortes del programa durante los permisos del fin de semana y se los entregaba a su hermano para que los ensamblará con las piezas musicales y se siguiera retransmitiendo. Por eso él presumía de retransmisión ininterrumpida desde 1971.

No me considero un oyente frecuente de Disco grande, sino ocasional, pero tenía como un reloj interno lorquiano que a las cinco en punto de la tarde notificaba el evento. En realidad, no me iba la vida en conocer las noticias musicales del día pero me fascinaba escuchar a un señor que sonaba tan juvenil, tan pasional, tan entregado a la promoción de grupos maqueteros de pop y rock. Gozaba de una memoria prodigiosa en asuntos musicales, aunque quizá no sepa en qué día cumplen sus hijos los años; la pasión tiene estas cosas.

Cuando quedaban quince minutos de programa, se subió en el coche conmigo una compañera y empezó a hablar de lugares comunes. Ella no sabía que estábamos en mitad de un funeral y que no era procedente recordar el final del curso escolar. A medida que emitía mensajes para un receptor absorto, yo iba sutilmente subiendo el volumen de la radio desde el volante. Dijo Julio que sentía a todos sus oyentes como el último concierto de un grupo al que acuden todos los fans; bueno, todos los fans y mi compañera, que cuando le aseveré muy serio que quedaban diez minutos de un programa que llevaba cincuenta años en emisión se limitó a decirme que ella tenía un amigo que escuchaba Radio 3. Testifico que no la arrojé del coche en ese momento.

Sus últimas palabras fueron de agradecimiento, como suelen hacer las buenas personas, y cerró con un epitafio que queda ya labrado en nuestra memoria sensible: no hay nada como la radio. Entonces dio paso a Brigitte, single de adelanto del primer disco de Los Planetas allá por 1994. A veces pienso que tan solo ha sido un sueño. Y se hizo el silencio.

Bolaño y Saint-Exupéry en Oreto


La decantación de cuatro años.

Hoy nadie te va a perdonar
ni los tuyos, ni los haters;
hueles el impacto,
bienvenidos a la era digital.

[Como si fueras a morir mañana, Leiva]

Toda farsa tiene un final abrupto y trágico. La farsa era la perspectiva de futuro o la aspiración, al menos, a un porvenir laboral estable. El final abrupto, el 7 de junio de 2011, día de la defensa de la tesis doctoral. Hoy, el décimo aniversario de aquel punto y final. No recuerdo ni siquiera el título, se van quedando muchas vidas perdidas en el camino, posiblemente mejores si acaso lo mejor y lo peor fuesen conceptos cuantificables. Sí recuerdo, en cambio, que después de invitar a cenar al tribunal -me habían puesto un cum laude precisamente para que el restaurante fuese bueno, o al revés- tomé un gintonic de Martin Miller’s con Fever Tree. Y me acuerdo porque estaba acostumbrado al Larios en vaso de plástico y, entre el salto cualitativo y las circunstancias, me supo a gloria. El olor a victoria, supongo. El día después de presentar el proyecto final de carrera compré un billete para volar a Cagliari y el día después de defender la tesis doctoral me inscribí en twitter, qué triste evolución. Aquel día se cerraba una etapa que había iniciado diez años atrás, en septiembre de 2001, cuando volé del nido familiar, ilusionado y timorato, para estudiar en la universidad. Aquel 7 de junio cerró el círculo de la EPSA de Albacete, la ESI de Ciudad Real, la José Maestro, la Erasmus en Udine, el proyecto Hesperia, la investigación en Oreto y los jueves por la tarde que eran viernes por la mañana.

Si esta entrada se titula así es porque esta mañana he revisado el libro y he recordado que venía introducido por dos citas de sendos maestros de la literatura. Hoy podría volver a usarlos pero en otras perspectivas porque Bolaño ahora no habla de libros de geometría a la intemperie sino de oasis de horror en desiertos de aburrimiento y Saint-Exupéry no me habla de la satisfacción del trabajo sino de que me había nutrido para vivir, había vivido para conquistar, y había conquistado para retornar y meditar y sentir mi corazón más vasto en el reposo de mi silencio.

Releo los agradecimientos y podría querer borrar nombres. Qué suerte que el pasado quede petrificado aunque algunos se empeñen en zarandearlo para que caiga la fruta de la mirada interesada. Valorar lo que se perdió y agradecer lo que se vivió, si es que se puede recordar a la carta. Siento que la memoria quedó atrapada en aquella década por interés propio, y no podría reprocharle su ansia de bienestar.

No parece mal logro para un tecnófobo que tiembla cada vez que hay que sintonizar la tele y no sabe instalar el Office lo de defender con éxito una tesis doctoral. Quizá esté relacionado con esa hipótesis de William James según la cual es más fácil ir a la guerra que dejar de fumar.

Irene Vallejo y Anteo


Irene Vallejo en el Día de Aragón 2021.

En los libros,
donde vive y sueña nuestra familia de papel,
nos aguardan las ideas y las palabras
que tejerán el relato que seremos.
Contra cierzo y marea.

[Irene Vallejo]

El 23 de abril, fecha en la que coinciden y confluyen la celebración del día de San Jorge, fiesta de Aragón, y el día del libro, la escritora Irene Vallejo fue galardonada con el Premio Aragón 2021. La joven escritora maña, tiene 42 que parecen 25, heredera de María Moliner de mirada amplia y sonrisa limpia, sigue arrasando con el ensayo El infinito en un junco, que esta semana ya va por la 32ª edición.

Su discurso en el acto institucional fue tan emotivo, sincero y atinado que queremos compartirlo aquí y obligar a todo lector a descubrir la pasión con la que transmite Irene o, al menos, a leerlo íntegro:

Discurso íntegro de Irene Vallejo en el Día de Aragón 2021

Recuerdo un mito griego que retrata este misterioso cordón umbilical que nos une al lugar donde nacimos. Anteo era un gigante, hijo de la diosa Tierra, y con solo tocarla sacaba de ella una fuerza extraordinaria: se llenaba de vida. Su madre le transmitía una corriente invisible de vigor. Igual que el secreto poder de Sansón era su melena, el de Anteo era su arraigo. Cierta vez luchó cuerpo a cuerpo con Hércules. El gran forzudo griego solo pudo vencerle levantándolo en vilo y separando sus pies del suelo. Hasta el último aliento, cuenta la leyenda, Anteo buscó agónicamente la caricia de su tierra materna. Sí, en la antigua mitología aprendí que hasta los gigantes agradecen jugar en casa y que todo gran viaje necesita una Ítaca añorada.

De fray Pablo de la Cruz a Santa Catalina de Alejandría


Homenaje de los dominicos a Santa Catalina en Villaescusa de Haro.

La miro pensando cuánto faltará para que empiece a odiar
la forma que tengo de amarla tan mal, mi manera de huir
que no puedo parar.

[Demasiadas mujeres, C. Tangana]

Un viernes, primero de cuaresma, 21 de febrero del año 1535, llegó a Villaescusa de Haro un grupo de una docena de frailes dominicos encabezado por fray Pablo de la Cruz, fray Lorenzo de Santa Catalina y fray Gaspar Portugués. El domingo siguiente predicó fray Pablo con tanta dignidad y satisfacción de eclesiásticos y seglares que les solicitaron que se quedasen allí y fundasen un monasterio de su Sagrado Orden.

Pocas semanas después, en marzo de ese mismo año, el concejo de la villa ofreció a la pequeña comunidad dominica un terreno libre de cargas y amojonado en la cuesta de Santa Bárbara. Y así, el domingo 23 de marzo, Domingo de Pasión, los predicadores ocuparon el interior de la ermita homónima, a día de hoy parcialmente en pie. Y allí permanecieron, entre estrecheces e incomodidades, hasta 1537 «soportando estoicamente todos los inconvenientes que ofrecía un lugar extramuros de la villa».

En 1537, los frailes se trasladaron a una casa que les asignó el ayuntamiento junto a la iglesia parroquial, en la calle de San Pedro, donde permanecerían hasta 1542. La leyenda narra que la mayoría de los doce obispos de la villa nacieron en esa calle que tantos siglos después sigue conservando su nombre, que también lo asume la propia iglesia parroquial. Se sabe, no obstante, que el obispo Sebastián Ramírez de Fuenleal, fundador y mecenas del convento de los dominicos, nació en la que hoy es la calle fray Fernando Mena, la empinada cuesta que baja desde el punto más elevado del pueblo a la plaza de la villeta.

Pronto se cumplirán cinco siglos desde que los dominicos se instalaran en la calle San Pedro, de forma temporal mientras se edificaba el magnífico convento al sureste, y aún perdura la portada de piedra que daba acceso a la vivienda conventual.

Coronando la portada, y labrada en piedra, destaca la rueda de cuchillas afiladas, signo del martirio de Santa Catalina de Alejandría, mártir del s. IV que falleció decapitada. Era costumbre entre las órdenes mendicantes, dominicos y trinitarios, establecer como santos intercesores en la génesis de las fundaciones precisamente a mártires como la santa egipcia. Recuérdese asimismo que uno de los dos frailes fundadores se llamaba fray Lorenzo de Santa Catalina; el otro, fray Pablo, dio a su vez nombre al convento, denominado originariamente «de Santo Domingo» y posteriormente «de la Santa Cruz».

La inscripción que se conserva en la portada reza: «VIRGINIS OB MERITUM MANET HOC MEMORABILE SIGNUM» (virgen por mérito, permanece este memorable signo). Esta estrofa pertenece a un canto en honor a Santa Catalina que se cantaba en su fiesta del 25 de noviembre. También se observa el grabado de una flor de la azucena, símbolo de pureza, relativo a la virginidad consagrada a Dios de la mártir cristiana.

Y el pórtico convive con los villaescuseros, tapiado y discreto, ajeno al paso de los tiempos, símbolo perpetuo de los comienzos humildes de un puñado de frailes mendicantes que conocerían el sabor de la gloria pocos años después gracias a la intercesión -económica y religiosa- del obispo Sebastián Ramírez de Fuenleal.

P.S. Qué inmenso agradecimiento a Enrique Lillo por investigar con asombro y de forma exhaustiva la historia de los frailes dominicos, a Juan Manuel Millán por saberlo todo sobre la historia del pueblo, y transmitirlo con precisión y pasión, y a Fernando Fdez Cano por el asesoramiento histórico-religioso.

De Sara Montiel a Ana Iris Simón


Ana Iris Simón ahora que no duerme en caravanas de feria.

Hola, mi amor, tengo que hablar contigo,
estoy cansado, estoy hecho un lío.
Dime, mi amor, qué es lo que quieres de mí,
Dímelo ya, y no me hagas sufrir.

[Hola mi amor, Junco]

El escritor y crítico Alberto Olmos señaló en un compendio de lo mejor del año que Feria, de Ana Iris Simón, era una de las dos mejores novelas que había leído en 2020. Olmos lee cientos de libros al año, así que si se había fijado en el debut literario de una chica de Campo de Criptana de 28 años que habla de lo popular, del pueblo, de la familia y de las ferias entonces había que apuntar esa referencia. En Navidad regalé Feria a mi hermana pequeña. Regalo boomerang.

Dos meses después del descubrimiento de Olmos, la novela de Ana Iris se ha convertido en un éxito, tanto de ventas como de opinión, destacando en esto último la polémica surgida a consecuencia de la crítica de Soto Ivars, con título clickbait: La escritora roja que enamora a la gente de derechas. Las redes sociales, que arden con cualquier excusa, se incendian sobremanera con el feminismo, y aquí a Ana Iris le da por mostrar sin pudor la vida y pensamiento de la mujer, de las mujeres rurales de su familia, y a ciertos sectores incendiarios no les agrada que haya mujeres jóvenes pensando fuera de su norma, no les gusta que una chica joven y desprejuiciada escriba «las mujeres nos lo hemos creído a medias, como todas las mentiras que nos contamos a nosotras mismas» o «negar que un escote bonito es enseñado de cuando en cuando para ser visto, solo cuando quiere ser visto, cuando quiere ser mirado, además de ridículo niega parte de nuestro poder como mujeres, un poder que no se reduce a lo bello y a lo sexual pero del que lo bello y lo sexual forman parte y no pasa nada y por eso toda mujer ama a un fascista».

Como no soy crítico literario ignoro qué futuro tendrá Feria una vez se diluya el contexto actual de sensiblería, mojigatería, tradición traicionada e izquierda simulada; el contexto de El síndrome de Woody Allen, de Edu Galán, vamos. También ignoro si la ópera prima de Ana Iris Simón es un buen libro según el canon de literatura pura, pero me atrae su agradable tono poético, su mirada fresca y sin prejuicios, su descripción sin beatus ille y sin victimismo de la vida rural entre Campo de Criptana y Ontígola, su cariño a la feria cuando era feria (el mejor capítulo del libro, sin duda, es precisamente el que se llama como la novela, Feria), su chorreo natural de vocabulario ancestral, su desmitificación de Madrid y del infantil individualismo actual, su despojo de ínfulas posmodernas, su convencimiento de que la patria es la familia.

«Quizá nos hemos creído lo de la libre elección y lo del progreso y lo de la democracia liberal como única arcadia posible. Y menuda arcadia».